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(Sin) Vuelta a casa

Stephen White

1) Abu Qatada es un clérigo jordano. También es un presunto terrorista. Un tribunal de Jordania le declaró, estando él ausente, culpable de haber cometido actos terroristas. Ha vivido en el Reino Unido desde 1993 y hasta ayer estaba bajo custodia del Gobierno británico. Este último ha intentado deportarlo para que pueda ser juzgado en Jordania, pero Abu Qatada alega que sus derechos fundamentales serían violados puesto que parte de la evidencia que tienen contra él proviene de presos torturados. La legislación europea y británica impide juzgar a un sospechoso en esas circunstancias, por lo que los tribunales podrían bloquear el proceso de deportación. El martes fue puesto en libertad, aunque bajo fuertes medidas de vigilancia, y el gobierno británico ha anunciado que no cejará en su empeño.

La tortura es, desde 2011, ilegal también en la constitución jordana. Sin embargo, sigue siendo una práctica extendida en el país según organizaciones como Amnistía Internacional. El Gobierno jordano ha prometido que no se utilizaría contra Qatada la información obtenida bajo tortura, pero las garantías no son suficientes para la Corte del Reino Unido.

2) El Príncipe Saud bin Abdulaziz fue condenado por asesinato. Es también nieto del Rey Abdullah de Arabia Saudita. En 2010 un jurado le encontró culpable de asesinar a un sirviente, por motivos sexuales, en un hotel de Londres. Fue condenado a 20 años de prisión.

El Primer Ministro británico David Cameron estuvo la semana pasada en Arabia Saudita en una misión comercial. Hace unos días, se surgieron informaciones de que el Príncipe Saud será deportado en cumplimiento de un "pacto de intercambio" firmado el pasado agosto. La posibilidad de que una vez en su país, el Príncipe sea puesto en libertad y no cumpla su condena es bastante plausible.

¿Podemos identificar las diferencias entre ambas situaciones? No me refiero a diferencias de tipo moral, porque es difícil entrar a comparar qué es peor, si un asesinato común o un acto terrorista. Tampoco a si uno prefiere quedarse en el Reino Unido (Abu Qatada) y otro lo que quiere es regresar a su país (el Príncipe). La diferencia fundamental es que la decisión sobre Qatada ha sido tomada por el poder judicial, mientras que la del Príncipe Saud por el político. El clérigo no tiene amigos influyentes en política, y el Gobierno británico tampoco tiene influencia sobre las jurisdicciones europea y británica.

Los políticos pueden negociar. Los sauditas gastan miles de millones de libres en contratos de defensa con el Reino Unido. El mantener esta relación comercial habrá sin duda pesado mucho a la hora de sopesar el intercambio del Príncipe.

Los jueces, sin embargo, no negocian. Aplican la ley. Su flexibilidad queda limitada al margen de interpretación que les otorga la ley.

Piensen sobre ello. Si tiene un problema con un cliente o un proveedor, ¿qué vía preferiría seguir, la de la negociación o la judicial?

 

Stephen White

Managing Partner

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