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Todo Está en el Nombre

Alan Smith

Los investigadores que analizaban las muertes causadas por las tormentas, han hecho un descubrimiento interesante y bastante extraño.

Durante el tiempo que la gente ha estado rastrando y reportando huracanes, también conocidos como  ciclones tropicales, han estado buscado la manera de darles un nombre. Hasta bien entrado el siglo 20 los periódicos y los meteorólogos en los Estados Unidos inventaron nombres para las tormentas que hacían referencia a su periodo de tiempo, lugar geográfico o intensidad; por lo que algunos fueron llamados, el Gran Huracán de 1722, la tormenta Galveston de 1900, el huracán del Día del Trabajo de 1935 y el Gran Golpe de 1913.

Durante la segunda guerra mundial, los meteorólogos de la marina y la fuerza aérea estadounidenses, que trazaban las tormentas sobre el pacifico necesitaban una mejor manera de llamar los huracanes mientras analizaban los mapas del tiempo. Muchos comenzaron a rendir homenaje a sus esposas y novias, poniendo sus nombres a los huracanes. Esto continuó hasta la década de los 60s, cuando el Movimiento Feminista se sintió ofendido, opinaban que las mujeres no deberían estar asociadas exclusivamente con muerte y destrucción.

Desde entonces, los huracanes han sido llamados alternativamente por nombres masculinos y femeninos.

¿Y que con todo esto?

Bien, los investigadores han descubierto que los huracanes con nombres femeninos generan una mayor pérdida de vidas que los masculinos. Parece que las personas que oyen hablar de la embestida del huracán Penélope (no creo que exista en realidad) no causa tanto temor como los que oyen que el Huracán Burt está en camino. Como tales son menos propensos a cerrar las escotillas, correr por las colinas o proteger sus bienes materiales, con consecuencias potencialmente desastrosas.

Esto me hizo pensar.

Muchos de los clientes con los que tengo contacto de la industria de servicios y venta, tienen una aversión profunda y temerosa al Departamento de Compras, y van a sus inevitables reuniones con temor. Otros clientes intentan garantizar la eficiencia de la compra de productos y servicios para sus organizaciones, entran a las reuniones con los vendedores, con desconfianza y preocupación, como si fueran a ser engañados.

Esto puede crear una falta de creatividad, apertura y creación de valor por ambas partes. No es especialmente útil si usted está intentando crear una relación a largo plazo entre las dos partes implicadas.

Tal vez deberíamos empezar por un cambio de nombre.

 

Alan Smith

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